domingo, 9 de febrero de 2014

EVANGELIO 5º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MATEO 5, 13-16
 
Dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del candelero, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
 

SEÑOR, sólo una cosa es necesaria, y tú me enseñas con tu ejemplo lo que debo hacer. Sin oración, se seca mi espíritu, se debilita mi fe, y es muy posible que se aproveche el demonio para ponerme la zancadilla y hacerme caer. Creo, Señor, pero aumenta mi fe, escucha mi oración.