Dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis
mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre
con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no
lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros
y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo
no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo.
Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con
vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me
ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él».
JESUCRISTO, ¡qué fácil me resulta decirte que te amo, olvidando
que obras son amores, y que el amor a ti se demuestra amando al prójimo! Quiero
aceptar y guardar tus mandamientos, con la ayuda del Espíritu, cuyo envío me
garantizas con tu palabra. Te doy gracias por el anuncio de esa unidad contigo
y con el Padre. ¡Una persona tan débil e infiel como yo, en el seno de la
Trinidad!