"No hay ni habrá jamás criatura, sin exceptuar bienaventurados, ni querubines, ni serafines de los más altos en el mismo cielo, en que Dios sea más grande que en la Bienaventurada Virgen María. Ella es el paraíso de Dios y su mundo inefable, donde
el Hijo de Dios entró para hacer maravillas, para guardarle y tener en Él sus
complacencias. Un
mundo hecho para el hombre peregrino, que es la tierra que habitamos; otro
mundo para el hombre bienaventurado, que es el paraíso; mas para Sí mismo, ha
hecho otro mundo y lo ha llamado María; mundo desconocido a casi todos los mortales de
la tierra, e incomprensible a los ángeles y bienaventurados del cielo, que,
admirados de ver a Dios tan elevado y lejano, tan escondido en su mundo que es
la Bienaventurada Virgen María".
San Luis María de Montfort