Aquí me llego, todopoderoso y eterno
Dios, al sacramento de vuestro unigénito Hijo mi Señor Jesucristo, como enfermo
al médico de la vida, como manchado a la fuente de misericordias, como ciego a
la luz de la claridad eterna, como pobre y desvalido al Señor de los cielos y
tierra.
Ruego, pues, a vuestra infinita
bondad y misericordia, tengáis por bien sanar mi enfermedad, limpiar mi
suciedad, alumbrar mi ceguedad, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez,
para que así pueda yo recibir el Pan de los Angeles, al Rey de los Reyes, al
Señor de los señores, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y
devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención, cual
conviene para la salud de mi alma.
Dame, Señor, que reciba yo, no sólo
el sacramento del Sacratísimo Cuerpo y Sangre, sino también la virtud y gracia
del sacramento !Oh benignísimo Dios!, concededme que albergue yo en mi corazón
de tal modo el Cuerpo de vuestro unigénito Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María, que merezca incorporarme a su
Cuerpo místico, y contarme como a uno de sus miembros.
!Oh piadosísimo Padre!, otorgadme
que este unigénito Hijo vuestro, al cual deseo ahora recibir encubierto y
debajo del velo en esta vida, merezca yo verle para siempre, descubierto y sin
velo, en la otra. El cual con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo,
Dios, por los siglos de los siglos. Amén.