Hacia ti y contigo,
Santiago, cada peregrino
encuentra su propio
milagro.
En ti y contigo,
Santiago, quien mira hacia el cielo
siente que está
llamado a vivir con Cristo
a sentir y avanzar,
por los caminos de la vida,
con Aquel que, en el
camino, dejo una cruz con su sello.
Hoy, caminando
contigo,
descubrimos la
belleza que te hizo grande e invencible
Sabemos que, tus
pies, se pusieron en movimiento
porque tuvieron la
intuición de que fue tierra firme
de que, más que polvo,
eran luz hacia lo divino.
Que en este Año
Santo de la Misericordia, Señor Santiago,
descubramos que, la
vida de cada uno,
es un pequeño
santuario en el que podemos
dar cobijo o, por el
contrario, desterrar a Dios.
Que en este Año de
la Misericordia, Señor Santiago,
sepamos agarrarnos a
la cruz que fue tu gloria
para no desplomarnos
por los senderos inciertos
en los que, la
falsedad y el todo vale,
nos aleja de aquello
que trajiste contigo: el Evangelio.
Acoge, apóstol con
ruido de trueno,
las súplicas de los
que en este día festejamos tu proeza.
Danos valor en la
lucha, para que no decaigamos
Danos ilusión en la
palabra, para que tenga sabor a Dios
Danos empeño en el
trabajo, para que no nos desanimemos
Danos visión de
futuro, para que no nos quedemos en el presente
Danos oración en lo
que hacemos, para que no seamos activistas
Danos silencio en el
ruido, para que escuchemos la voz del Señor
Danos agua en el
camino, para que renovemos nuestro Bautismo
Que sepamos vivir,
el camino de nuestra existencia,
con los pies en la
tierra, con los ojos en el cielo,
con el corazón en el
Evangelio y con el pensamiento en la eternidad. Amén.