domingo, 8 de noviembre de 2020

EVANGELIO XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA


MATEO 25, 1 - 13

Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.  Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.  A medianoche se oyó una voz: “¡Qué llega el esposo, salid a su encuentro!”. Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.  Y las necias dijeron a las prudentes:  “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”.  Pero las prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.  Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió:  “En verdad os digo que no os conozco”. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

SEÑOR, no pierdes ocasión de aconsejarme que esté siempre alerta, con parábolas o con tu exposición directa. ¿Quién me asegura la vida terrena hoy o mañana? Los accidentes y las muertes repentinas, tan frecuentes, no avisan. Tú sí me avisas de que esté siempre en vela, preparado, muy unido a ti. Por eso te pido que me concedas una muerte consciente, sabiendo que dejo este mundo y voy a mi verdadera Patria, la vida eterna contigo. Así podré preparar mi momento más importante, sabiendo que quien decidirá mi destino eterno serás tú, mi Amigo.