Llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos,
dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para
el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni alforja, ni dinero suelto en la
faja; que llevasen sandalias, pero no, túnica de repuesto. Y añadió: «Quedaos
en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no
os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para
probar su culpa». Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos
demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
SEÑOR, envías a tus discipulos a anunciar la conversión y la paz, con poder de curar: tres elementos que necesito. Conversión de vida para ser todo tuyo; paz, que es el fruto de tu presencia en mi vida, en mi familia, en mi comunidad; curación de las heridas del cuerpo y del alma. Gracias, Señor, por la misión que me encomiendas. Ayúdame a serte fiel.