Se apareció Jesús a los Once y les dijo: « Id al mundo entero y
proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se
salvará; el que se resista a creer, será condenado. A los que crean, les
acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas
nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal no les
hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos». Después de
hablarles, el Señor Jesús, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba
con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.
JESUCRISTO, me quedo mirando al cielo viéndote subir al
Padre. Y te pido: «Llévame en tu compañía, donde tú vayas, Jesús, porque bien sé
que eres tú, la vida del alma mía; si tú vida no me das, yo sé que vivir no
puedo, ni si yo sin ti me quedo, ni si tú sin mí te vas». Y bajo del monte,
dispuesto a dar testimonio de tu amor y de tu gloria. No puedo quedarme mirando
al cielo, he de pisar el suelo y anunciar al mundo que te has ido para
interceder por nosotros ante el Padre y prepararnos un lugar en la gloria.