Aprendamos de Santa Teresita del Niño Jesús, de su vida, aceptación de la voluntad de Dios, entrega y servicio a los demás:
- Nos enseña
un camino para llegar a Dios: la sencillez de alma. Hacer por amor a Dios
nuestras labores de todos los días. Tener detalles de amor con los que nos
rodean. Esta es la “grandeza” de Santa Teresita. Decía: “Quiero pasar mi cielo
haciendo el bien en la tierra.”El secreto es reconocer nuestra pequeñez ante
Dios, nuestro Padre. Tener una actitud de niño al amar a Dios, es decir, amarlo
con simplicidad, con confianza absoluta, con humildad sirviendo a los demás.
Esto es a lo que ella llama su “caminito”. Es el camino de la infancia
espiritual, un camino de confianza y entrega absoluta a Dios.
- Nos
enseña a servir a los demás con amor y perfección viendo en ellos a Jesús. Toda
su vida fue de servicio a los demás. Ser mejores cada día con los demás en los
detalles de todos los días.
- Nos
enseña a tener paciencia ante las dificultades de la vida. Su enfermedad
requirió de mucha paciencia y aceptación. Sólo estando cerca de Dios el
sufrimiento se hace dulce.
- Nos
enseña a tener sentido del humor ante lo inevitable. Dicen que durante la
meditación en el convento, una de las hermanas agitaba su rosario y esto
irritaba a Santa Teresita. Decidió entonces en lugar de tratar de no oír nada,
escuchar este ruido como si fuera una música preciosa. En nuestras vidas hay
situaciones o acciones de los demás que nos molestan y que no podemos evitar.
Debemos aprender a reírnos de éstas, a disfrutarlas porque nos dan la
oportunidad de ofrecer algo a Dios.
- Nos
enseña que podemos vivir nuestro cielo en la tierra haciendo el bien a los que
nos rodean. Actuar con bondad siempre, buscando lo mejor para los demás. Esta
es una manera de alcanzar el cielo.
- Nos
enseña a ser sencillos como niños para llegar a Dios. Orar con confianza, con
simplicidad. Sentirnos pequeños ante Dios nuestro Padre.