Jesús propuso otra parábola a la gente diciendo: «El reino
de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero,
mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo
y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también
la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no
sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?". Él les
dijo: "Un enemigo lo ha hecho". Los criados le preguntaron: "¿Quieres
que vayamos a arrancarla?". Pero él les respondió: "No, que, al
recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos
hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: arrancad
primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en
mi granero”».
SEÑOR, la grandeza de tu Iglesia está en su debilidad, como grano de mostaza y levadura, y en la fuerza de tu presencia viva, que la fecundas y le das vida abundante para toda la humanidad. Es verdad que el enemigo siembra en mi corazón y en la humanidad mala simiente. Pero tu palabra me da vida, capaz de ahogar la mala semilla del demonio.