Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo
de Dios. Como está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante
de ti, el cual preparará tu camino; una voz grita en el desierto: 'Preparad el
camino del Señor, enderezad sus senderos."»; se presentó Juan en el
desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de
los pecados. Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él
los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados. Juan iba vestido de
piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de
saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más
fuerte que yo, y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus
sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu
Santo».
JESÚS, al abrir el Evangelio de Marcos me encuentro con el anuncio del reino que me llama a la conversión, por medio de Juan. Su ejemplo y su palabra me animan a preparar el camino y allanar el sendero: rebajar en mí soberbias y orgullos y elevar desánimos y desesperanzas, para que vengas a mí y me traigas el Espíritu Santo. Él me dará los dones de sabiduría para prepararme para tu venida, y de fortaleza para mi conversión de cada día.