domingo, 14 de enero de 2018

EVANGELIO II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

JUAN 1, 35 - 42

Estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y veréis». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora undécima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)».


SEÑOR, son muchos los matices de tu encuentro con los primeros discípulos. Tan vivo tenía el anciano Juan aquel día que se acordaba exactamente de la hora; "la hora undécima" (4 de la tarde). ¿Qué buscaban Juan y Andrés? Tú se lo preguntaste y te contestaron con otra pregunta sobre dónde vivías. Y te siguieron. Solo sabían de ti lo que dijo el Bautista: que eras el Cordero de Dios. Encuentro fecundo el de aquel día: los dos te llevaron a sus dos hermanos, Pedro y Santiago. ¡Hemos encontrado al Mesías! Es admirable la prontitud en seguirte, dejándolo todo: porque todo es una nadería ante el encuentro del mayor tesoro: tu amistad.