El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se
quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las
fieras y los ángeles le servían. Después de que Juan fue arrestado, Jesús se
marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el
tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
SEÑOR, me recuerdas hoy lo que me dijeron el miércoles pasado al imponerme la ceniza: "Conviértete y cree en el Evangelio". Y me das ejemplo con tu actitud, cuando te dejas tentar por Satanás. No siempre soy tan rotundo con el demonio como lo fuiste tú. Soy como Eva, que mantuvo una conversación con el tentador. Pero quiero rechazarlo tajantemente con la Palabra de Dios. Quiero convertirme y creer en el Evangelio que cada día me ofreces.