Cristo, Señor de la
noche,
que disipas las
tinieblas:
mientras los cuerpos
reposan,
sé tú nuestro centinela.
Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.
Si nuestros ojos se
duermen,
que el alma esté siempre
en vela;
en paz cierra nuestros
párpados
para que cesen las penas.
Y que al despuntar el
alba,
otra vez con fuerzas
nuevas,
te demos gracias, oh
Cristo,
por la vida que comienza.
Amén.
(Himno de Completas en la Festividad de Los Fieles Difuntos)