JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
Como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado
que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: «Esto que
contempláis, llegarán un días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea
destruida». Ellos le preguntaron: «Maestro,
¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para
suceder?». Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi
nombre diciendo: "Yo soy", o bien: "Está llegando el tiempo”; no
vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no
tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el final no
será enseguida». Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino
contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.
Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo. Pero antes de
todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las
cárceles, y haciéndonos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi
nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien
en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré
palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún
adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos
os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de
mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra
perseverancia salvaréis vuestras almas».
SEÑOR, esta nueva Jornada Mundial de los Pobres me espolea a no mirar para otra parte y esquivar tu mirada, cuando, con los ojos y la boca de los pobres, me mires y me pidas una ayuda. Eres tú mismo: ellos son tus preferidos, y yo quiero que sean los míos. Con mi perseverancia en el amor, en tu servicio, quiero salvar mi alma.