domingo, 26 de diciembre de 2021

EVANGELIO DE LA SAGRADA FAMILIA

  JORNADA POR LA FAMILIA Y POR LA VIDA


LUCAS 2, 22-35.39-40

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

JESÚS, como todas las grandes revoluciones, tú iniciaste la mayor revolución espiritual con tu familia. Nazaret fue donde primero se vivió el Evangelio, antes de ser proclamado: la familia es el lugar privilegiado para vivir y transmitir la fe. Yo te doy gracias por la familia que me diste. Recompénsales con creces todo el bien que me han hecho mis padres. Y, si han muerto, que estén gozando del fruto de esa misma fe, que es la gloria eterna. Que sus hijos y nietos fomentemos la mejor herencia: la fe, el amor y la unidad.