“«En verdad os digo: quién no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él». Y abranzándolos, los bendijo imponiéndoles las manos.” (Marcos 10, 15-16)
Las manos de Cristo son la expresión del amor de Dios, son manos de oración, de entrega y de misericordia.
Fijémonos en las manos de Jesús en este tiempo de cuaresma, son unas manos traspasadas por el dolor, pongamos nuestras manos a su disposición para recibir la gracia que transforme nuestros corazones.