miércoles, 26 de agosto de 2009

LA TRANSVERBERACIÓN DE SANTA TERESA DE JESÚS


“…Con cuánta razón dice la Esposa en los «Cantares»: Mi amado a mí, y yo a mi Amado y mi Amado a mí porque semejante amor no es posible comenzarse de cosa tan baja como el mío.

Pues si es bajo, Esposo mío, ¿cómo no para en cosa criada hasta llegar a su Criador? ¡Oh mi Dios!, ¿por qué yo a mi Amado? Vos, mi verdadero Amador, comenzáis esta guerra de amor, que no parece otra cosa un desasosiego y desamparo de todas las potencias y sentidos, que salen por las plazas y por los barrios conjurando a las hijas de Jerusalén que le digan de su Dios. Pues, Señor comenzada esta batalla, ¿a quién han de ir a combatir, sino a quien se ha hecho señor de esta fortaleza adonde moraban, que es lo más superior del alma y echádolas fuera a ellas para que tornen a conquistar a su conquistador? Y ya, cansadas de haberse visto sin El, presto se dan por vencidas y se emplean perdiendo todas sus fuerzas y pelean mejor; y, en dándose por vencidas, vencen a su vencedor.

¡Oh ánima mía, qué batalla tan admirable has tenido en esta pena, y cuán al pie de la letra pasa así! Pues mi Amado a mí, y yo a mi Amado: ¿quién será el que se meta a despartir y a matar dos fuegos tan encendidos? Será trabajar en balde, porque ya se ha tornado en uno”.


Capítulo 16 de las “Exclamaciones del alma a Dios”, Santa Teresa de Jesús.