domingo, 5 de septiembre de 2010

EVANGELIO DOMINGO 23º DEL TIEMPO ORDINARIO

LUCAS 14, 25-33

Mucha gente acompañaba a Jesús; Él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».


SEÑOR, yo quiero ser digno de ti, aunque para eso haya de cargar cada día con la cruz detrás de ti, y ayudar a los demás a llevar la suya. Cuento con tu gracia, que potenciará mi debilidad, como hiciste con la Beata Teresa de Calcuta, cuya memoria celebramos hoy, aniversario de su santa muerte: en medio de terribles tentaciones, tomó su cruz, te siguió y se entregó con todo su ser a ayudar a los más pobres y marginados.