domingo, 3 de julio de 2011

EVANGELIO 14º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 MATEO 11, 25-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Si, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».


SEÑOR, manso y humilde de corazón, haz mi corazón como el tuyo. Yo soy uno de tantos cansados y agobiados a quienes tú invitas a encontrar en ti el descanso y el alivio, cargando con tu yuga llevadero y tu carga ligera. Quiero ir a ti y escuchar de tus labios las bondades del Padre que tanto ama al mundo.