sábado, 24 de agosto de 2013

SANTÍSIMA VIRGEN DEL MAR

 
"Si queremos honrar a la santísima Virgen, hemos de escuchar la palabra de su divino Hijo: “Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen” (Jn 6,63s). La Virgen María nos dice una y otra vez como a los sirvientes de la boda de Caná de Galilea: “Haced lo que él os diga” (Jn 2,5). El amor a la Virgen pasa, en verdad, por la obediencia a la palabra de Cristo, sin la cual no hay salvación para el mundo, porque sólo Cristo es “el Camino, la Verdad  y la Vida” (Jn 14,6). No hay otro acceso a Dios que Jesús, que nos dice: “al que venga a mí, no lo echaré fuera” (Jn 6,37) y nos interroga de forma inquietante: “¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra” (Jn 8,43).
María, la oyente de la palabra de Dios, el modelo de la escucha y la obediencia a la palabra divina, brilla como estrella de los mares que guía la embarcación precaria de nuestra vida hacia el puerto de salvación que es Cristo. Dejémonos conducir por ella hasta su Hijo y con humildad respondamos a Jesús con las palabras de Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6,68).
Jesús es el Esposo de la Iglesia, que invita a todos los esposos a la fidelidad del verdadero amor, el amor conyugal del cual habla san Pablo en la carta a los Efesios que hemos escuchado, fundamento de la familia como comunión en el amor y modelo principal de sociedad humana. Es la familia, como sociedad de amor, la que sostiene a sus miembros en las dificultades, pone las bases de la paz social e inspira el desarrollo espiritual de la persona y su integración en la sociedad. La familia nos enseña el camino del progreso espiritual, cuando la fe cristiana inspira su vida cotidiana de sus miembros y fortalece la comunión de amor que los vincula.
Pidamos hoy a la santísima Virgen del Mar, nuestra siempre amada Patrona, que proteja a las familias de nuestra ciudad y a todas las familias, que en la fidelidad de los esposos y el calor del hogar se siga dando aquel aprendizaje del amor y de la generosa entrega a los demás que nos permita superar las dificultades de la vida, para que seamos conducidos por la palabra de vida eterna de Jesucristo y alimentados con el pan celestial de su Cuerpo, y podamos lograr la renovación espiritual de la sociedad y alcanzar un bienestar social acorde con la dignidad del ser humano. Que así sea."
Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. D. Adolfo González Montes
Obispo de Almería