SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
Dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi
carne para la vida del mundo». Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede
éste darnos a comer su carne?». Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no
coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en
vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo
resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en
él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el
que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el
de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá
para siempre».
¡BENDITO Y ALABADO SEA EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR! Nunca
podré agradecerte el inmenso regalo de tu compañía viva y vivificante en al
Eucaristía: pan vivo bajado del cielo; divino banquete en el que Tú eres el
alimento. Con la Eucartistía se renueva la memoria de tu pasión, muerte y
resurrección, llenas mi alma de gracia y me das la entrada para el reino de los
cielos. ¿Soy verdaderamente consciente de esto en la misa, en la comunión? No
quiero acostumbrarme al Sacarmento: que cada día sea algo nuevo y definitivo
para mi vida cristiana, de la que es el centro.