miércoles, 1 de octubre de 2014

CANTO DE GRATITUD A LA VIRGEN DEL CARMEN


Desde el primer instante de mi vida
me tomaste en tus brazos,
y desde aquel momento,
amada Madre mía,
me das tu protección aquí en la tierra.
Para guardar intacta mi inocencia,
me escondiste en un blando y dulce nido,
custodiaste mi infancia
a la sombra bendita
de un retirado claustro.
Y más tarde, al llegar
mi juventud a sus primeros días,
escuché la llamada de Jesús.
Me mostraste el Carmelo
con ternura inefable.
«Ven a inmolarte por tu Salvador
-me decías entonces con dulzura-.
Cerca de mí te sentirás dichosa,
ven a inmolarte con tu Salvador».
 Cerca de ti, oh tierna Madre mía,
he encontrado la paz del corazón;
en esta tierra nada más deseo,
sólo Jesús es toda mi ventura.
Si alguna vez me asaltan
la tristeza o el miedo,
en mi debilidad tú me sostienes
y siempre, Madre mía, me bendices.
4 Otórgame la gracia
de mantenerme fiel
a mi divino Esposo,
Jesús.
Para que un día
su dulce voz yo escuche,
cuando a volar me invite y a sentarme
entre sus elegidos.
Entonces ya no habrá
ni más destierro ni más sufrimiento.
Ya en el cielo,
yo volveré a cantarte
mi amor y gratitud,

amable y dulce Reina del Carmelo.
                                                                                                            Santa Teresa del Niño Jesús