MATEO 21, 33-43
Dijo Jesús a los sumos sacerdotes
y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola: Había un propietario que
plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la
casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el
tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los
frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados,
apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros
criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les
mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los
labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo
matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron
fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué
hará con aquellos labradores?.Le contestaron: «Hará morir de mala muerte a esos
malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a
sus tiempos.». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura?:
"La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es
el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente" Por eso os digo
que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que
produzca sus frutos».
SEÑOR, que no se cumpla en mi vida el último punto de este evangelio: no me quites tu Reino, aunque haya sido tan loco y desagradecido como los labradores de tu viña. Venga a mi tu Reino, hágase tu voluntad, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Así seré del pueblo que produce frutos, no por mis fuerzas, sino por tu gracia: Eres tú, El Señor, quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.