domingo, 18 de octubre de 2015

EVANGELIO 29º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MARCOS 10, 35-45
Se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir». Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?». Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda». Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber o de bautizaros con el bautismo que yo me voy a bautizar?». Contestaron: «Lo somos». Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizareis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo; está ya reservado». Los otros diez al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reuniéndoles, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes les oprimen. Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos».



SEÑOR, en esta jornada misionera del Domund, pongo ante tus ojos la vida y la entrega de tantos miles de cristianos -religiosos, sacerdotes, laicos- que, lejos de las ambiciones terrenas, son capaces de beber cada día el cáliz de la pobreza, de la soledad, de los sufrimientos propios de las penurias del Tercer Mundo, de la lejanía de los suyos. Han sido enviados a servir a los pobres y a dar su vida por su salvación. Aunque en retaguardia, concédeme vivir ese espíritu misionero que nace de mi bautismo. ¡Y concédelo a todos los que leemos el Evangelio!