A mis
queridos hermanos y hermanas cofrades.
Con gozo y
alegría os saludo un año más. Vuelvo a compartir con vosotros una nueva Semana
Santa que se acerca y que nos hace presente el amor entregado del
Padre.
Os
felicito una vez más, por vuestro trabajo, vuestra fidelidad y
perseverancia. Por todo lo que hacéis para que la Semana grande de nuestra
ciudad, sea no sólo grande, sino única. Gracias por vuestro amor al Señor a
través de vuestros titulares, que es en realidad el motor de nuestras
hermandades. Sin esa devoción, sin ese sentimiento compartido, sin esa
hermandad que nos sostiene, nos dirige y nos acompaña en nuestro camino, sería
imposible anunciar el mensaje de amor al que estamos llamados. Pero la misión
más importante que desempeñamos es sin duda, la caridad. No sólo la desempeñada
en los días navideños, sino, la que realizamos durante todo el año,
colaborando y ayudando, al que lo necesita.
La gran
preocupación del hombre es buscar la felicidad y la alegría. Pero el
espectáculo de nuestro mundo no se presta a la risa y a la esperanza:
violencia, torturas, asesinatos, hambre, guerras, lágrimas… ¿Es posible reír?,
¿Es posible cantar?, ¿es posible esperar? Mientras no lleguen los cielos
nuevos y la tierra nueva donde morará la justicia y la alegría, los creyentes
no abandonan, sino que avivan y se preocupan por perfeccionar esta tierra,
donde el Reino de Dios se planta, brota y crece.
El Papa
Francisco, nos ofrece para este año, el Jubileo Extraordinario de la
Misericordia. Nos dice el Papa, que siempre tenemos necesidad de contemplar el
misterio de la misericordia. Que gran oportunidad, hacerlo a través de nuestros
titulares y ver en la imagen de Jesús, el rostro de la misericordia del Padre. Él
envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva
su amor. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es importante y
necesario que reflexionemos durante el Jubileo sobre las obras de misericordia
corporales y espirituales. Las primeras: dar de comer al hambriento, dar de
beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los
enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las
obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al
que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas,
soportar con paciencia, rogar a Dios por los vivos y por los
difuntos. Cómo nos dice San Pablo: “El que practica misericordia, que lo
haga con alegría”(Rm12,8).
Hermanos,
se nos pide que la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor
intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia.
Nosotros, los cofrades, tenemos todos los ingredientes para poder experimentar
con mayor intensidad esa experiencia gozosa de la misericordia. Junto a la
figura indispensable, fundamental y necesaria del padre espiritual y
consiliario de la hermandad que es el que guía, ayuda y educa en la fe, unida a
la de nuestro obispo, formando juntos, el gran pueblo de Dios. Para ser
testigos del amor de Cristo y anunciar el Evangelio.
“Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es
misericordioso”(Lc 6,36)
Año Santo de la Misericordia
Un abrazo
en Cristo.
Encarni Molina
Presidenta
de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Almería