III ANIVERSARIO DE LA ELECCIÓN DEL PAPA FRANCISCO
SAN JUAN 8, 1- 11
Jesús se retiró al Monte de los Olivos.
Al amanecer se presentó de nuevo en el templo y todo el pueblo acudía a él, y,
sentándose, les enseñaba. Los letrados y los fariseos le traen una mujer
sorprendida en adulterio y colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta
mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda
apedrear a las adulteras: tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para
comprometerlo, y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo
en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que
esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez,
siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno,
empezando por los más viejos, hasta el último. Y se quedó solo Jesús y la mujer
en medio de pie. Jesús se
incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?
¿Ninguno te ha condenado?». Ella le contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda y adelante no peques más».
CRISTO, compasivo y misericordioso,
defensor de los débiles y defensor de los pecadores, aleja de mi corazón todo
juicio y condenación. Hazme partícipe de tu Misericordia. Y ábreme el oído:
Anda y en adelante no peques más: porque puedo poner en peligro mi fe.