domingo, 26 de junio de 2016

EVANGELIO 13º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

COLECTA DEL ÓBOLO DE SAN PEDRO
LUCAS 9, 51-62

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?». Él se volvió y les regañó. Y se marcharon hacia otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia». Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el reino de Dios».


SEÑOR, con qué radicalidad -siempre Rico en Misericordia- exiges que te sigan, y que te siga. Y ante tu invitación -¡Sígueme!-, no tengo otras palabras que: Te seguiré adonde vayas, en la pobreza y el desprendimiento de lo que impida seguir tu invitación y tus pasos. No hay maestro más certero que tú. Ni mejores consejos que los tuyos.