"Si todos los santos
del Antiguo Testamento desearon con ardor la aparición del Salvador del mundo,
¿cuáles no serían los deseos de Aquella que había sido elegida para ser su
Madre, que conocía mejor que ninguna otra criatura la necesidad que tenía la
humanidad, la excelencia de su persona y los frutos incomparables que debía
producir en la tierra, y la fe y la caridad, que sobrepasan la de todos los
patriarcas y profetas? Fue tan grande el deseo de la Santísima Virgen, que
nosotros no tenemos palabras para expresar su mérito. Y tampoco podemos
concebir cuál fue su gozo cuando Ella vió que sus deseos y los de todos los
siglos y de todos los hombres iban a realizarse en Ella y por Ella, ya que iba
a dar a luz la esperanza de todas las naciones, Aquel sobre quien se fijaban
los ojos de todos en el cielo y en la tierra y miraban como a su
libertador."
Padre Giry