domingo, 4 de agosto de 2019

EVANGELIO XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

LUCAS 12, 13 - 21

Dijo uno de entre la gente a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».  Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes». Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes.  Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años;  descansa,  come,  bebe,  banquetea alegremente".  Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?". Así será el que atesora para sí  y no es rico ante Dios».


SEÑOR, está claro que esta vida se acaba, como se acaba el camino que lleva a la meta, principio de la Vida sin fin. ¡Qué absurdo centrar todas las ambiciones y trabajos en esta vida caduca, y olvidar que lo único importante es ser rico ante ti!. Rico fue, en su extrema pobreza de vida, san Juan Mª Vianney, el Cura de Ars, que hoy conmemoramos como Patrón de todos los sacerdotes. No tuvo fácil llegar al sacerdocio, por su dificultad para los estudios, pero por gracia divina llegó a asombrar a la Francia de su siglo por la sabiduría de su predicación  y por su santidad. Su vida y su misión fue una obra maestra de tu gracia: por eso es el Patrón y modelo de los sacerdote. Nuestra Iglesia del siglo XXI necesita urgentemente santos sacerdotes que sean referencia evangélica para los cristianos y los alejados. ¡Danos, Señor, muchos sacerdotes santos!.