domingo, 1 de noviembre de 2020

EVANGELIO XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS


MATEO 5, 1 - 12a

Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:  «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

SEÑOR, todos los santos del cielo son todos los que en esta vida recibieron los insultos, la persecución y la calumnia, con la serenidad que Jesús los aceptó. Y, como Jesús, pasaron por este mundo "haciendo el bien", a quienes los querían y a quienes los perseguían. No puede juzgarse toda la existencia del hombre teniendo en cuenta solo esta vida. Los santos fueron felices en la tierra, en medio de sufrimientos; y son plenamente bienaventurados en el cielo, sin temor a que esa felicidad eterna pueda arrebatársela nadie. ¡Contigo, Jesús, a la eternidad!.