Alma mía, no delires,
ni suspires de dolor,
que posees en el cielo,
tu consuelo, Tu Señor.
Jesucristo, del pecado
te ha librado en una cruz;
y derrama sobre el alma
gozo, calma, paz y luz.
Él conoce tu conciencia,
tu dolencia y frenesí,
y con ansia te bendice
y te dice; “Ven a Mí.”
no más llanto, no más penas;
tus cadenas romperás,
y en el seno de tu Dueño,
dulce sueño dormirás.
Claudia Paniaga