La Iglesia celebra hoy la solemnidad de Todos los Santos, fiesta instituida para honrar a todos los santos conocidos que se celebran por individual a lo largo del año, compensando así, la falta de los fieles a cualquier celebración litúrgica que se celebre en honor de algún santo. También se recuerda a todos aquellos santos desconocidos, cuya santidad sólo Dios sabe, pero que desde el cielo también interceden por nosotros.
La Virgen María, ejemplo sin duda, de todos los que han llegado gloriosos al cielo, es invocada como Reina de todos los Santos, ya que nadie ha podido superar su santidad. Ella nos guía resplandeciente por este valle de lágrimas hasta el camino del cielo, y esto nos lleva a la conclusión de que toda persona Santa tiene que ser Mariana; como decía San Juan de Ávila, “Más quiero estar sin pellejo que sin devoción a María”, muestra de ello es que todos los santos, se han acercado a Ella como modelo a imitar e intercesora a quien acudir.
Que por los constantes ruegos de la Santísima Virgen María bajo su advocación de Carmen, y por la intercesión de todos los Santos, lleguemos algún día a alcanzar la naturaleza divina, y así poder alabar a Dios en el cielo vestidos de santidad por los siglos de los siglos.
