"¡También yo llevo sobre mi corazón desde hace tanto tiempo el escapulario del Carmen!, por el amor que nutro hacia la celeste Madre común, cuya protección experimento continuamente. Por ello, pido a la Virgen del Carmen que nos ayude a todos los religiosos y las religiosas del Carmelo y a los piadosos fieles que la veneran filialmente, para crecer en su amor e irradiar en el mundo la presencia de esta Mujer del silencio y de la oración, invocada como Madre de la misericordia, Madre de la esperanza y de la gracia".
Juan Pablo II