domingo, 15 de septiembre de 2013

EVANGELIO 24º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

LUCAS 15,1-10
Se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido". Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».
 SEÑOR, para dejarnos muy claro que lo tuyo es perdonar y tener misericordia hasta extremos insospechados, inventaste las parábolas que, como al hijo pródigo, hablan de la gran alegría que hay en el cielo por un solo pecador que se convierta. Tú eres misericordioso, lento a la ira, rico en perdón. ¡Gracias, Señor! ¿Qué sería de mí si tu no fueras tan bueno conmigo? ¿Qué hubiera sido de tu Madre al pie de la Cruz si tu Espíritu no la hubiera sostenido con el don de la fortaleza? Para que en ningún momento decaiga mi confianza plena en tu misericordia, aumenta, Señor, mi fe.