En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
El Señor os
bendiga y os guarde. Os muestre
su faz y tenga misericordia de vosotras. Vuelva
su rostro a vosotras y os dé la paz (cf. Núm 6,24-26), a vosotras, hermanas e
hijas mías, y a todas las otras
que han de venir y permanecer en vuestra comunidad, y a todas las demás, tanto
presentes como futuras, que perseveren hasta el fin en todos los otros
monasterios de Damas Pobres.
Yo, Clara, sierva
de Cristo, plantita de nuestro muy bienaventurado padre san Francisco, hermana
y madre vuestra y de las demás hermanas pobres, aunque indigna, ruego a nuestro Señor Jesucristo, por
su misericordia y por la intercesión de su santísima Madre santa María, y del
bienaventurado Miguel arcángel y de todos los santos ángeles de Dios, de
nuestro bienaventurado padre Francisco y de todos los santos y santas, que el mismo Padre celestial os dé y
os confirme ésta su santísima bendición en el cielo y en la tierra (cf. Gén
27,28): en la tierra, multiplicándoos
en su gracia y en sus virtudes entre sus siervos y siervas en su Iglesia
militante; y en el cielo,
exaltándoos y glorificándoos en la Iglesia triunfante entre sus santos y
santas.
Os bendigo en vida
mía y después de mi muerte, como puedo y más de lo que puedo, con todas las
bendiciones con las que el Padre
de las misericordias (cf. 2 Cor 1,3) ha bendecido y bendecirá a sus hijos e
hijas en el cielo (cf. Ef 1,3) y en la tierra, y con las que el padre y la madre
espiritual ha bendecido y bendecirá a sus hijos e hijas espirituales. Amén.
Sed siempre
amantes de Dios y de vuestras almas y de todas vuestras hermanas, y sed siempre solícitas en observar lo
que habéis prometido al Señor.
El Señor esté
siempre con vosotras (cf. 2 Cor 13,11), y ojalá que vosotras estéis siempre con
Él (cf. Jn 12,26; 1 Tes 4,17). Amén.