SIERVO DE DIOS DON ANTONIO MARTÍNEZ GARCÍA (ALMERÍA, 29 DE ENERO DE 1892-VIATOR, 16 DE SEPTIEMBRE DE 1936)
Con tan sólo un día de vida fue
bautizado en la Iglesia Parroquial de san Sebastián de su ciudad natal. Criado
en una humilde familia, su vocación le llevó a ingresar en el Seminario de san
Indalecio en 1905. Cursó los estudios eclesiásticos con brillantez, llegando a
participar en las labores docentes a los seminaristas.
El dieciocho de junio de 1916 fue ordenado presbítero, recibiendo siete días después la coadjutoría de Tabernas. A finales de año fue nombrado Coadjutor de Níjar. Entre los meses de enero a octubre de 1917 fue Cura Ecónomo de Alcudia de Monteagud, regresando después a la coadjutoría de Tabernas. Durante la epidemia de gripe de 1918 atendió a los fieles de Senés, recibiendo la coadjutoría de Gádor en 1919. Ese mismo año retornó a Tabernas como Cura Ecónomo hasta que, en 1920, tomó posesión de la Parroquia de Senés. Finalmente, desde 1927, fue Párroco de Viator.
El dieciocho de junio de 1916 fue ordenado presbítero, recibiendo siete días después la coadjutoría de Tabernas. A finales de año fue nombrado Coadjutor de Níjar. Entre los meses de enero a octubre de 1917 fue Cura Ecónomo de Alcudia de Monteagud, regresando después a la coadjutoría de Tabernas. Durante la epidemia de gripe de 1918 atendió a los fieles de Senés, recibiendo la coadjutoría de Gádor en 1919. Ese mismo año retornó a Tabernas como Cura Ecónomo hasta que, en 1920, tomó posesión de la Parroquia de Senés. Finalmente, desde 1927, fue Párroco de Viator.
Muy comprometido con la doctrina social de la Iglesia, fue nombrado socio honorario del Sindicato de Velefique por sus elocuentes mítines. En 1922 fundó un Sindicato y Caja Rural en Senés. Cuando el laicismo republicano le privó de cualquier subsidio, abrió una academia para sustentar a su madrastra y a los dos sobrinos que dependían de su trabajo.
Los milicianos, al comenzar la Persecución
Religiosa, no se atrevieron a matarlo por el amor de sus feligreses. Expulsado
de Viator, fue acogido en un cortijo cercano. Aunque le ofrecieron esconderse
en la sierra, marchó con su familia a Almería. Desde allí fue traído con
engaños el dieciséis de septiembre y, tras escupirle en el rostro, martirizado
a sus cuarenta y cuatro años en el puente de acceso al pueblo.
Don Francisco Rodríguez cuenta que: «Cuando
lo mataron yo oí los tiros, corrió la noticia por el pueblo; acudimos al lugar
donde yacía muerto el cuerpo de nuestro Párroco. Cada uno, lo recuerdo como sí
lo tuviera presente, iba diciendo los favores que de él había recibido entre
lágrimas y sollozos. Era querido por todos. Querían llevarlo a enterrar al
cementerio, pero los que habían tramado su muerte lo impidieron.»