domingo, 12 de agosto de 2018

EVANGELIO XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

JUAN 6, 41 - 51

Los judíos murmuraban de Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: «¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?». Jesús tomó la palabra y les dijo: «No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios". Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, por la vida del mundo». 


SEÑOR, tus enemigos aluden a tu madre y a José como obstáculo para tu origen divino. Y tú, que tanto amaste a María y a José, les anuncias a tu Padre, tu único Padre, que quiere que todos se salven por medio de ti. ¿Cómo? Escuchando o leyendo tu palabra: yo quiero ser "discípulo de Dios". Y comer tu Cuerpo, pan de vida eterna: El que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo. ¡Dame siempre de ese pan, y cuando lo coma sea consciente de tu amor y agradecido!.