1ª
PARTE: El Año de la Misericordia
Dios es Misericordia. Él
no se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos hemos cansado de pedir
perdón.
¿Qué
es lo que el Papa Francisco quiere en este año Jubilar de la Misericordia?
En la bula de la
Misericordia “Misericordiae Vultus”, en la que el Santo Padre convoca este
año de la Misericordia, podemos resaltar diez propuestas:
1) Tomarnos
en serio este jubileo, este tiempo jubilar que se abre ante
nosotros. Tengamos los ojos puestos en la misericordia, para que seamos ejemplo
del Padre.
La
palabra jubileo tiene su origen en la lengua judía y significa tiempo de
reconciliación. Los judíos celebraban este tiempo de gracia cada 50 años. “El Espíritu del Señor me acompaña, por
cuanto que me ha ungido Yavhé. Me ha enviado a anunciar la buena nueva a los
pobres, a vendar los corazones rotos, a pregonar a los cautivos la liberación,
y a los reclusos la libertad; a pregonar el año de gracia de Yavhé…” (Isaías
61, 1-2).
La
Iglesia nos invita a vivir un extraordinario año de gracia. Se trata de ser
misericordiosos como el Padre. El objetivo de este año es que sintamos la
misericordia de Dios. “La misericordia es
la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia… La credibilidad de la
Iglesia pasa a través del camino misericordioso y compasivo” (Bula
Misericordiae Vultus). Todo en la vida de la Iglesia ha de estar revestido de
misericordia.
2) Peregrinar
hacia la Puerta Santa. La Iglesia nos invita a hacer una
peregrinación. Peregrinar es hacer un viaje interior. La vida es un caminar. El
hombre siempre es un peregrino, es un navegante que camina a la luz de la
invitación de la Iglesia.
Durante
este Año Santo haremos el signo de peregrinar y cruzaremos la puerta Santa, pero
la puerta nos es sólo la meta, es un nuevo comienzo a un nuevo lugar.
El
objetivo de este año jubilar es que la misericordia de Dios llene la tierra.
Aprovechemos
los lugares que nuestro Obispo ha dispuesto en la Diócesis para ganar el
jubileo.
3) Que la Palabra de Dios ilumine el
camino. Leer todos los días el Evangelio, en él es Dios mismo
quien nos habla. Los creyentes no podemos estar alejados de la Palabra de Dios.
Conocer el Evangelio nos ayuda a acercarnos a Cristo, nos ayuda a conocer más a
Cristo y al Padre. Decía San Jerónimo “Desconocer
la Escritura es desconocer a Cristo”.
El
Año de la Misericordia será un tiempo propicio para que nos dejemos guiar por
la palabra de Dios.
4) Practicar
las obras de misericordia. “Os
aseguro que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me
lo hicisteis” (Mateo 25, 40).
Tratemos
a los demás como queremos que nos traten a nosotros. Esta es la regla de oro de
Jesús. Hacer el bien, hacerse prójimo con quien más lo necesite.
5) Vivir
la Cuaresma de forma especial. “La
Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento
fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas
de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para
redescubrir el rostro misericordioso del Padre!” Papa
Francisco.
Estamos
en un momento fuerte para vivir y experimentar la misericordia de Dios.
6) La conversión. El Año Santo
Jubilar es una gran imitación a la conversión. Convertirse es cambiar de
mentalidad, es aceptar a Dios como Señor de nuestros comportamientos,
criterios.. es sentir como siente Jesús. en definitiva, es cambiar de vida. La conversión
es un proceso que dura toda la vida. Es un don, un regalo de Dios y Él cuenta
con nuestra colaboración.
7) El
sacramento de la Misericordia, el sacramento de la Reconciliación.
Cuando abrimos el corazón con humildad y transparencia podemos ver la misericordia
de Dios.
Dios
es paciente con nosotros porque nos ama, Dios nos espera siempre y no se cansa
de perdonar. Dios es el Padre que no nos abandona nunca, siempre permanece fiel
y su corazón se pone de fiesta por cada hijo que regresa.
El
confesionario es el lugar de la misericordia. La reconciliación con Dios, con
la Iglesia, nos da paz, serenidad, consuelo del Espíritu y aumento de la fuerza
espiritual en el combate del corazón.
Con
la reconciliación nos vemos envueltos en el abrazo del Padre a través del
perdón y nos ayuda a vivir y a experimentar en nuestra propia carne la cercanía
del amor de Dios y su misericordia.
8) Alcanzar
la indulgencia. Lo importante es que el perdón de Dios
de nuestros pecados no conoce límites. El perdón nos hace personas nuevas.
La
Iglesia es la que concede la indulgencia y para ganarla hay que cumplir los
siguientes requisitos:
o
Hacer peregrinación a la Puerta Santa,
acudir al sacramento de la penitencia y tener disposición interna a
convertirnos.
o
Participar en la celebración de la
Eucaristía
o
Hacer profesión de fe, el Credo.
o
Rezar por las intenciones del Papa y por
el Papa
o
Hacer una o más obras de misericordia
Si
cumplimos estos requisitos ganaremos la indulgencia y conseguiremos ser
Misericordiosos como el Padre.
9) Ser
testigos de la misericordia. La iglesia ha de ser
misionera y ha de anunciar la buena nueva de Dios, anunciar el Evangelio de la
misericordia. Todos somos misioneros, hemos de ser testigos de la fe que
profesamos, ser discípulos evangelizadores y hemos de serlo de forma creible.
Pero para poder hacer esto necesitamos de la fuerza del Espíritu Santo.
La
Iglesia ha de ser casa de misericordia.
10) Confiarlo
todo a la Virgen María. María es Reina y Madre de
Misericordia. Una iglesia sin María es un orfanato. Los cristianos tenemos una
Madre, la Virgen María, que nos mira, acompaña y cuida. María es el modelo de
amor concreto.
La
Virgen María en el Magnificat canta a la Misericordia de Dios. Pidamos a Ella
por los frutos de este Año de la Misericordia.
2ª
PARTE: La familia hogar de misericordia
Este jubileo de la
misericordia es una buena ocasión para hablar de cómo aplicar las obras de
misericordia dentro de la familia.
Obras de misericordia
espirituales:
1) Enseñar
al que no sabe. En la familia los hijos se abren al
conocimiento gracias a las enseñanzas de los padres. La familia ha recibido la
vocación de enseñar en la verdad y a enseñar con paciencia.
Es
importante que la triada escuela, parroquia y familia actúen de forma ordenada
y coordinada para proporcionar una buena formación a nuestros niños.
También
en el matrimonio se practica esta obra de misericordia, marido y mujer se
complementan y enseñan mutuamente, es importante que la pareja realice este
trasvase de conocimientos.
En
la actualidad, los abuelos también desempeñan un papel importante en la educación
de los hijos, no sólo sostienen materialmente a la familia, sino que educan a
los nietos en la vida de la fe.
2) Dar
buen consejo al que lo necesita. Esto puede resultar
contradictorio en la cultura actual, vivimos en la cultura de la indiferencia,
buscando el no complicarnos nuestra existencia por los demás. Pues bien, el
seno de la familia es el lugar donde mejor se practica el dar un buen consejo,
donde no existe la indiferencia.
Es
importante que los padres sepan equilibrar el dar órdenes y el dar consejos, el
consejo enseña y ayuda a los hijos a decidir.
3) Corregir
al que hierra. En la familia la corrección fraterna ha
de hacerse con naturalidad. La corrección es un consejo que se da y que puede
incomodar. A veces por evitar el incomodar, no educamos bien, pero puesto que
creemos en la verdad hay que practicar esta obra de misericordia.
4) Perdonar
las injurias. En el seno de la familia se nos enseña a
pedir perdón y a perdonar. Para perdonar hay que superar el rencor y para pedir
perdón hay que superara el orgullo. Recordemos que cada vez que rezamos el
Padre Nuestro pedimos “perdona nuestras
ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
5) Consolar
al triste. Consolemos a aquellos que lo están pasando más. Es
importante educar los estados de ánimo en la familia. Es importante relativizar
nuestros disgustos. Una buena educación nos ha de dar los resortes para
aprender que no todo va a salir bien, que no vamos a conseguir todo. Tenemos
que aprender a relativizar las tristezas.
6) Sufrir
con paciencia los defectos del prójimo. En la familia no
ocultamos nuestros defectos. Hay que tener paciencia. Debemos compaginar la
corrección fraterna con el sufrir los defectos de los demás. Hay que aceptar a
las personas como son, quererlos como son y ayudarlos como son.
7) Rogar
a Dios por los vivos y por los difuntos. La familia es
escuela de oración. La oración es muy importante, pedir los unos por los otros
y pedir por los difuntos, es esa la comunión con los Santos.
Obras de misericordia
corporales:
1) Visitar al enfermo. La
familia es un lugar donde todo se reordena cuando hay alguien enfermo. En el
seno de la familia es donde aprendemos a volcarnos con el enfermo.
2) Dar de comer al hambriento.
La familia es el lugar donde damos gracias a Dios por los alimentos diarios,
donde aprendemos a estar pendientes de aquellas personas que no tienen para
comer.
La familia tiene que enseñar a comer
ordenadamente y bien, enseñar a comer de todo, a apreciar lo que tenemos y
enseñar a superar nuestros caprichos.
3) Dar de beber al sediento.
Cuánta sed tenemos, cuánta sed de justicia, de verdad, de sentirnos queridos,
de sentirnos amados, cuánta sed de felicidad hay en la familia.
Y cuanto afecta el problema de la bebida
en la familia, cuántas rupturas, cuántas dificultades. La bebida puede llevar a
los padres a despojarles de su autoridad ante los hijos.
4) Dar posada al forastero.
Un modelo de familia es aquella que tiene las puertas abiertas a los demás,
pero siempre con discernimiento. La familia tiene grandes fronteras. Enseñemos
a nuestros hijos a no ser posesivos, a ser acogedores, abiertos para con los
demás. El sentar un pobre a nuestra mesa puede ser una buena enseñanza para
nuestros hijos.
5) Vestir al desnudo.
El buen gusto ha de ser determinante a la hora de servir a los demás. En la
actualidad tenemos dioses de la imagen. Enseñemos a nuestros hijos a valorar lo
que tienen, a pasar su ropa a sus hermanos menores.
Frente al consumismo tengamos buen gusto y
plasticidad
6) Redimir al cautivo.
El castigo en el seno de la familia ha de tener coherencia, no ha de ser
abusivo, al contrario, hay que castigar de forma esperanzada pero no dar un
castigo de humillación. Es importante que el matrimonio hable y consensúe el
castigo que aplique a los hijos.
7) Enterrar a los muertos. La
familia tiene que enseñar a los hijos que la muerte existe, la familia tiene
que dar un sentido a la muerte. Hay que, por un lado, naturalizar la muerte y
por otro, sobrenaturalizar la muerte.
A los niños no se les explica
adecuadamente la muerte, no aprenden el momento y la importancia de la
despedida de un ser querido. La familia ha de ser un lugar donde se enseñe la
muerte y enseñemos a tener memoria porque la vida no empezó con nosotros,
nosotros somos testigos de los que nos transmitieron nuestros antepasados.
Es importante
que prestemos a nuestros hijos la atención que se merecen.
Oración
de un niño: "Quiero
ser un televisor"
Dios
mío, tu que me quieres mucho,
Quiero
pedirte un gran favor:
Hazme
ser un televisor.
Así
mis padres me cuidarán como lo cuidan a él.
Mami
me mirará todos los días como mira su telenovela preferida
Papi
me escuchará como al noticiero.
Cuando
alguien habla por la tele, toda la familia calla para escucharle,
Quiero
que, cuando yo me enferme,
papi
y mami se preocupen por mi como cuando se rompe la tele.