jueves, 10 de marzo de 2016

TERCER DÍA DE EJERCICIOS ESPIRITUALES: MEDITACIÓN


1ª PARTE: El Año de la Misericordia

Dios es Misericordia. Él no se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos hemos cansado de pedir perdón.

¿Qué es lo que el Papa Francisco quiere en este año Jubilar de la Misericordia?

En la bula de la Misericordia “Misericordiae Vultus”, en la que el Santo Padre convoca este año de la Misericordia, podemos resaltar diez propuestas:
  
    1) Tomarnos en serio este jubileo, este tiempo jubilar que se abre ante nosotros. Tengamos los ojos puestos en la misericordia, para que seamos ejemplo del Padre.
La palabra jubileo tiene su origen en la lengua judía y significa tiempo de reconciliación. Los judíos celebraban este tiempo de gracia cada 50 años. “El Espíritu del Señor me acompaña, por cuanto que me ha ungido Yavhé. Me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres, a vendar los corazones rotos, a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar el año de gracia de Yavhé…” (Isaías 61, 1-2).
La Iglesia nos invita a vivir un extraordinario año de gracia. Se trata de ser misericordiosos como el Padre. El objetivo de este año es que sintamos la misericordia de Dios. “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia… La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino misericordioso y compasivo” (Bula Misericordiae Vultus). Todo en la vida de la Iglesia ha de estar revestido de misericordia.
     
     2) Peregrinar hacia la Puerta Santa. La Iglesia nos invita a hacer una peregrinación. Peregrinar es hacer un viaje interior. La vida es un caminar. El hombre siempre es un peregrino, es un navegante que camina a la luz de la invitación de la Iglesia.
Durante este Año Santo haremos el signo de peregrinar y cruzaremos la puerta Santa, pero la puerta nos es sólo la meta, es un nuevo comienzo a un nuevo lugar.
El objetivo de este año jubilar es que la misericordia de Dios llene la tierra.
Aprovechemos los lugares que nuestro Obispo ha dispuesto en la Diócesis para ganar el jubileo.

3) Que la Palabra de Dios ilumine el camino. Leer todos los días el Evangelio, en él es Dios mismo quien nos habla. Los creyentes no podemos estar alejados de la Palabra de Dios. Conocer el Evangelio nos ayuda a acercarnos a Cristo, nos ayuda a conocer más a Cristo y al Padre. Decía San Jerónimo “Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo”.
El Año de la Misericordia será un tiempo propicio para que nos dejemos guiar por la palabra de Dios.

4) Practicar las obras de misericordia. “Os aseguro que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mateo 25, 40).
Tratemos a los demás como queremos que nos traten a nosotros. Esta es la regla de oro de Jesús. Hacer el bien, hacerse prójimo con quien más lo necesite.

5) Vivir la Cuaresma de forma especial. “La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre!” Papa Francisco.
Estamos en un momento fuerte para vivir y experimentar la misericordia de Dios.

6) La conversión. El Año Santo Jubilar es una gran imitación a la conversión. Convertirse es cambiar de mentalidad, es aceptar a Dios como Señor de nuestros comportamientos, criterios.. es sentir como siente Jesús. en definitiva, es cambiar de vida. La conversión es un proceso que dura toda la vida. Es un don, un regalo de Dios y Él cuenta con nuestra colaboración.

7) El sacramento de la Misericordia, el sacramento de la Reconciliación. Cuando abrimos el corazón con humildad y transparencia podemos ver la misericordia de Dios.
Dios es paciente con nosotros porque nos ama, Dios nos espera siempre y no se cansa de perdonar. Dios es el Padre que no nos abandona nunca, siempre permanece fiel y su corazón se pone de fiesta por cada hijo que regresa.
El confesionario es el lugar de la misericordia. La reconciliación con Dios, con la Iglesia, nos da paz, serenidad, consuelo del Espíritu y aumento de la fuerza espiritual en el combate del corazón.
Con la reconciliación nos vemos envueltos en el abrazo del Padre a través del perdón y nos ayuda a vivir y a experimentar en nuestra propia carne la cercanía del amor de Dios y su misericordia.

8)  Alcanzar la indulgencia. Lo importante es que el perdón de Dios de nuestros pecados no conoce límites. El perdón nos hace personas nuevas.
La Iglesia es la que concede la indulgencia y para ganarla hay que cumplir los siguientes requisitos:
o   Hacer peregrinación a la Puerta Santa, acudir al sacramento de la penitencia y tener disposición interna a convertirnos.
o   Participar en la celebración de la Eucaristía
o   Hacer profesión de fe, el Credo.
o   Rezar por las intenciones del Papa y por el Papa
o   Hacer una o más obras de misericordia
Si cumplimos estos requisitos ganaremos la indulgencia y conseguiremos ser Misericordiosos como el Padre.

9) Ser testigos de la misericordia. La iglesia ha de ser misionera y ha de anunciar la buena nueva de Dios, anunciar el Evangelio de la misericordia. Todos somos misioneros, hemos de ser testigos de la fe que profesamos, ser discípulos evangelizadores y hemos de serlo de forma creible. Pero para poder hacer esto necesitamos de la fuerza del Espíritu Santo.
La Iglesia ha de ser casa de misericordia.

10) Confiarlo todo a la Virgen María. María es Reina y Madre de Misericordia. Una iglesia sin María es un orfanato. Los cristianos tenemos una Madre, la Virgen María, que nos mira, acompaña y cuida. María es el modelo de amor concreto.
La Virgen María en el Magnificat canta a la Misericordia de Dios. Pidamos a Ella por los frutos de este Año de la Misericordia.
  
2ª PARTE: La familia hogar de misericordia

Este jubileo de la misericordia es una buena ocasión para hablar de cómo aplicar las obras de misericordia dentro de la familia.

Obras de misericordia espirituales:

     1) Enseñar al que no sabe. En la familia los hijos se abren al conocimiento gracias a las enseñanzas de los padres. La familia ha recibido la vocación de enseñar en la verdad y a enseñar con paciencia.
Es importante que la triada escuela, parroquia y familia actúen de forma ordenada y coordinada para proporcionar una buena formación a nuestros niños.
También en el matrimonio se practica esta obra de misericordia, marido y mujer se complementan y enseñan mutuamente, es importante que la pareja realice este trasvase de conocimientos.
En la actualidad, los abuelos también desempeñan un papel importante en la educación de los hijos, no sólo sostienen materialmente a la familia, sino que educan a los nietos en la vida de la fe.

2) Dar buen consejo al que lo necesita. Esto puede resultar contradictorio en la cultura actual, vivimos en la cultura de la indiferencia, buscando el no complicarnos nuestra existencia por los demás. Pues bien, el seno de la familia es el lugar donde mejor se practica el dar un buen consejo, donde no existe la indiferencia.
Es importante que los padres sepan equilibrar el dar órdenes y el dar consejos, el consejo enseña y ayuda a los hijos a decidir.

3) Corregir al que hierra. En la familia la corrección fraterna ha de hacerse con naturalidad. La corrección es un consejo que se da y que puede incomodar. A veces por evitar el incomodar, no educamos bien, pero puesto que creemos en la verdad hay que practicar esta obra de misericordia.

4) Perdonar las injurias. En el seno de la familia se nos enseña a pedir perdón y a perdonar. Para perdonar hay que superar el rencor y para pedir perdón hay que superara el orgullo. Recordemos que cada vez que rezamos el Padre Nuestro pedimos “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

    5) Consolar al triste. Consolemos a aquellos que lo están pasando más. Es importante educar los estados de ánimo en la familia. Es importante relativizar nuestros disgustos. Una buena educación nos ha de dar los resortes para aprender que no todo va a salir bien, que no vamos a conseguir todo. Tenemos que aprender a relativizar las tristezas.

     6) Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. En la familia no ocultamos nuestros defectos. Hay que tener paciencia. Debemos compaginar la corrección fraterna con el sufrir los defectos de los demás. Hay que aceptar a las personas como son, quererlos como son y ayudarlos como son.

     7) Rogar a Dios por los vivos y por los difuntos. La familia es escuela de oración. La oración es muy importante, pedir los unos por los otros y pedir por los difuntos, es esa la comunión con los Santos.

Obras de misericordia corporales:

1) Visitar al enfermo. La familia es un lugar donde todo se reordena cuando hay alguien enfermo. En el seno de la familia es donde aprendemos a volcarnos con el enfermo.

2)  Dar de comer al hambriento. La familia es el lugar donde damos gracias a Dios por los alimentos diarios, donde aprendemos a estar pendientes de aquellas personas que no tienen para comer.
La familia tiene que enseñar a comer ordenadamente y bien, enseñar a comer de todo, a apreciar lo que tenemos y enseñar a superar nuestros caprichos.

3)  Dar de beber al sediento. Cuánta sed tenemos, cuánta sed de justicia, de verdad, de sentirnos queridos, de sentirnos amados, cuánta sed de felicidad hay en la familia.
Y cuanto afecta el problema de la bebida en la familia, cuántas rupturas, cuántas dificultades. La bebida puede llevar a los padres a despojarles de su autoridad ante los hijos.

4)  Dar posada al forastero. Un modelo de familia es aquella que tiene las puertas abiertas a los demás, pero siempre con discernimiento. La familia tiene grandes fronteras. Enseñemos a nuestros hijos a no ser posesivos, a ser acogedores, abiertos para con los demás. El sentar un pobre a nuestra mesa puede ser una buena enseñanza para nuestros hijos.

5)  Vestir al desnudo. El buen gusto ha de ser determinante a la hora de servir a los demás. En la actualidad tenemos dioses de la imagen. Enseñemos a nuestros hijos a valorar lo que tienen, a pasar su ropa a sus hermanos menores.
Frente al consumismo tengamos buen gusto y plasticidad

6)  Redimir al cautivo. El castigo en el seno de la familia ha de tener coherencia, no ha de ser abusivo, al contrario, hay que castigar de forma esperanzada pero no dar un castigo de humillación. Es importante que el matrimonio hable y consensúe el castigo que aplique a los hijos.

7) Enterrar a los muertos. La familia tiene que enseñar a los hijos que la muerte existe, la familia tiene que dar un sentido a la muerte. Hay que, por un lado, naturalizar la muerte y por otro, sobrenaturalizar la muerte.
A los niños no se les explica adecuadamente la muerte, no aprenden el momento y la importancia de la despedida de un ser querido. La familia ha de ser un lugar donde se enseñe la muerte y enseñemos a tener memoria porque la vida no empezó con nosotros, nosotros somos testigos de los que nos transmitieron nuestros antepasados.

Es importante que prestemos a nuestros hijos la atención que se merecen.

Oración de un niño: "Quiero ser un televisor"
Dios mío, tu que me quieres mucho,
Quiero pedirte un gran favor:
Hazme ser un televisor.
Así mis padres me cuidarán como lo cuidan a él.
Mami me mirará todos los días como mira su telenovela preferida
Papi me escuchará como al noticiero.
Cuando alguien habla por la tele, toda la familia calla para escucharle,
Quiero que, cuando yo me enferme,
papi y mami se preocupen por mi como cuando se rompe la tele.